Abstract
“Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque
intuimos que nada es realidad” (Borges, 2017, p.
139). Esta afirmación de Borges en “El inmortal”
sirve de preámbulo para introducir la reflexión
sobre la identidad del sujeto. El horizonte de la
identidad personal se esfuma cada día con mayor
rapidez debido, entre muchas causas, al fenómeno
de las masas y la presencia avasalladora de los medios
de comunicación que impiden que el sujeto se
encuentre y se reconozca en su ahí como persona;
solo desde ese encuentro podrá establecerse el diálogo humanizador con el territorio.