Resumen
Mi única pérdida en la vida ha sido el flan con crema, tuve que dejarlo porque no lo sé preparar y nunca me han gustado los que venden en cajita. Hace años lo decidí y me aterra que de todos mis odios ninguno haya provocado principios tan firmes como mi desprecio a los restaurantes, no volveré a probar un flan pero tampoco tendré que soportar a esa gente que, a veces, come por fuera.