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dc.contributor.authorUniversidad Pontificia Bolivariana
dc.date.accessioned2019-01-25T15:31:42Z
dc.date.available2019-01-25T15:31:42Z
dc.date.issued1955-08
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/20.500.11912/4276
dc.description8 páginasspa
dc.description.abstractEs muy corriente oír hablar de instrucción y educación como de dos cosas total, esencialmente diversas, y así se dice: "es más conveniente educar que instruír''. Esto está bien, pero hasta cierto punto apenas, según nuestro modesto entender. Aquel concepto se basa en la generalizada costumbre de tomar la voz instruír en el sentido de llevar a la mente, a la inteligencia del aprendiz, un conjunto de principios o sistema de verdades denominado ciencia. Y si ésta es de alguna aplicación práctica e inmediata, se le llama ciencia aplicada. Educar, por el contrario, es de acuerdo con el concepto generalizado, enderezar la voluntad del estudiante hacia un fin determinado, es plasmarle su comportamiento, crearle hábitos saludables, moverlo hacia la ejecución del bien.spa
dc.format.mimetypeapplication/pdf
dc.language.isospa
dc.publisherUniversidad Pontificia Bolivarianaspa
dc.rightsAttribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International*
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/*
dc.titleAcción No. 22spa
dc.typeotherspa
dc.description.sectionalMedellínspa
dc.type.localpublicación editorialspa


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