dc.description.abstract | En 1992, el sector eléctrico colombiano experi-mentó una de las crisis más impactantes de su historia. Inicialmente esta crisis estaba asociada con la sequía provocada por el fenómeno del Niño que se había prolongado desde noviembre de 1991 hasta mediados de 1992. El resultado de la escasez de agua en los embalses que alimentaban hasta el 78 % del sistema eléctrico fueron 13 meses de racionamientos cotidianos de más de 8 horas al día. Paradójica-mente, en 1987, el ministro de Minas y Energía, Guillermo Perry, había anunciado la suspensión del plan de expansión previsto para los años 1990. Según él, el sistema de energía estaba “sobreinstalado”, lo cual significaba que se producía demasiada energía con respecto a la demanda y había considerables pérdidas dada la obsolescencia de ciertas instalaciones. La producción energética no era rentable y no generaba ganancias suficientes para pagar la deuda del sector que alcanzó ese mismo año, en 1987, 29,7 % de la deuda externa total de la Nación. Así, los grandes créditos provenientes del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para desarrollar ma-sivamente el “enorme potencial” hidroeléctrico en Colombia habían puesto al sector en una situación de insolvencia crítica. | spa |