El canto del signo : análisis serial, agenciamiento y semióticas de la diferencia

Abstract

El Canto del Signo, parte de la pregunta, ¿cuáles son las condiciones y las reglas de la individuación? Es una pregunta por la forma como el individuo se constituye como exterioridad, y cómo su individuación se produce como efecto de las determinaciones del afuera. Por «determinaciones del afuera» se consideran, las condiciones históricas en las que se produce, la formación social de la que hace parte, el exceso de producción de significaciones y de signos, y las reglas y los efectos de esa relación; pero, sobre todo, de la significancia y de los límites de la representación que codifican todo sentido, toda relación, toda unidad y todo mundo posible dentro de un mismo régimen maquínico. Las relaciones, las conexiones y los ensambles entre el individuo y las «determinaciones» forman series cuyos términos no tienen más que una relación exterior, pues no constituyen una unidad ontológica entre ellos; son series heterogéneas y divergentes que un solo individuo puede componer simultáneamente constituyéndose como identidad fragmentada. Esa heterogeneidad entre las series deja fisuras, fugas, que filtran las determinaciones codificadas y maquínicas, por «determinaciones no codificadas», esto es, por «indeterminaciones constantes»; lo que indica, que además de las series codificadas, se componen nuevas series, lo Otro de la codificación. El Canto de Signo, sugiere una nueva relación entre el individuo y el afuera. Afirma, por un lado, la individuación como exterioridad y como efecto del afuera, al igual que la fragmentación de «su» identidad, propone, por otro, la superación de las determinaciones mecánicas, por determinaciones sin causa y sin destino predeterminado, en la que, los afectos y las afecciones, las conexiones y ensambles, desborden los límites de la estructura ordenada y prestablecida, hacia otras composiciones y formas territoriales de la experiencia. El signo es la entidad de contacto entre los términos de la serie y el individuo y el afuera, por tanto, «el signo determina la individuación; y ésta, se entiende como el efecto de una multiplicidad incesante de encuentros dados en el límite exterior entre el individuo y los signos del Acontecimiento». Para ello, es preciso, primero, evidenciar las reglas para una «filosofía de la experiencia»; segundo, afirmar al individuo como efecto de las determinaciones del afuera; tercero, trazar un plano de pensamiento o «campo de experiencia» con funcionalidad genética y con las características semióticas de una performática; y quinto, afirmar al «signo» como expresión de acontecimiento, con valores extralingüísticos y subrepresentativos. Lo que canta el signo, en esa dirección, es la individuación hacia lo Otro, hacia lo que no se deja atrapar por el código aún en medio de lo codificado, del discurso establecido, de sus significados y de sus representaciones.