Lo cultural como discurso político. Concejo Comuntario Mayor Campesino Integral del Atrato como escenario de participación democrática en el marco de las identidades culturales.

Abstract

La tesis que se pone a consideración aborda una importante preocupación actual: La de la articulación entre los movimientos étnicos-culturales (sociales) y la política; en orden al reconocimiento, al bien común y una justa distribución de los mismos para asegurar el bienestar no de una clase social, sino el de toda la población. Para ello, se hace primeramente necesario redefinir el campo de lo político (en cuanto al ordenamiento social de integridad que se le quiere dar a la nación) desde las cuestiones filosóficas, morales y religiosas, como elementos que no sólo cohesionan la sociedad, sino que también se consideran como inevitables cuando se trata de la búsqueda de nuevas alternativas para cerrar la brecha de desigualdad social. Pero, el interrogante es ¿Cómo redefinirlo? ¿Cómo darle a éste sistema mundo un ordenamiento político con carácter participativo e incluyente? ¿Desde dónde teorizar los principios de un buen ordenamiento social? Para ello, éste trabajo apela, por un lado, a la teoría normativa como un esfuerzo de la teoría política que supone toda teorización interesada en lo que debe ser, en lo que hace digno a la humanidad opuesta a lo que no debería ser en la vida política. Su argumento central radica en que se basa en el estudio del deber ser, opuesta a toda filosofía que se preocupa solo por el ser, por su bienestar y sus particularidades. Es la aplicación de principios morales a la esfera de las relaciones políticas que afectan la vida de la misma. Y por otro lado, se argumenta la consecución de una convivencia plena, colectiva y políticamente bien ordenada, desde la teoría filosófica del comunitarismo, porque su pensamiento es dialéctico y no lineal, está conciente de que el dinamismo social está dirigido por la acción y la interacción entre los actores y no por la imposición de ideas directrices o absolutistas como en ocasiones las quiere presentar el liberalismo político. No obstante, no cae en el exceso contrario o la radicalidad de algunos postmodernismos, “que niegan la función de los grandes discursos”, la existencia de sistemas o la realidad y necesidad de las estructuras.