Abstract
A partir del momento en el cual ha sido evidente
que el consumo descontrolado está poniendo en
peligro la sobrevivencia del planeta, que la tierra
no puede resistir la presión de una creciente y veloz
extracción de recursos sin tener las condiciones
y el tiempo para que estos se renueven naturalmente,
crece —aunque lentamente— la conciencia
colectiva de que esta depende de nosotros para
la continuación de la propia existencia; paradójicamente,
no es tan obvio para todos que nuestra propia supervivencia está íntimamente ligada al futuro de la tierra,
que estamos vinculados a ella con una relación de interdependencia.