dc.description.abstract | Es un hecho innegable que las dinámicas empresariales cambian a un ritmo vertiginoso, adaptándose
a las necesidades e intereses de los actores económicos y sociales. Aunque todos los días surgen
innovaciones de procesos, nuevas metodologías y diseños institucionales que modifican la forma
cómo se producen, comercializan y consumen los bienes y servicios, al derecho, y en especial a la
legislación laboral, parece costarle entender su papel en este mundo de constante devenir. Los
marcos regulatorios no deberían existir para impedir el cambio, sino, más bien, para encauzarlo.
Cuando impiden o, peor aún, cuando retrotraen el desarrollo económico y social, algo,
definitivamente, no está funcionando en el país.
Ahora bien, muchas veces ni siquiera se requieren nuevas leyes. Basta con interpretar adecuadamente
las existentes para actualizarlas de acuerdo con los retos que se presentan en la cotidianidad. Más
aún, en ocasiones, es suficiente con no descontextualizar ni generar malentendidos en torno a la
aplicación del marco regulatorio que gobierna las relaciones laborales. Un ejemplo de esto son las
discusiones que, en los últimos años, se han presentado a propósito de los conceptos de tercerización
e intermediación laboral. | spa |