dc.description.abstract | La Pascua del Señor es el centro mismo del Año Litúrgico y el punto de partida y llegada de la experiencia de la Evangelización.
Celebrar la fe es también tener la oportunidad de aprovechar unos espacios que la Iglesia como Madre y Maestra ha dispuesto para que sus hijos y los discípulos de Jesús se comprometan a conocer al Señor, de escuchar su Palabra, de encontrarse con los hermanos para hacer profesión de fe y para vivir la alegría de la adhesión comunitaria y personal a la vida del Señor, muerto y resucitado.
Como gran principio celebrativo de los días que comúnmente llamamos Semana Santa, debe tenerse que este tiempo privilegiado no es la “dramatización” de una serie de sucesos, ni la oportunidad de llenar unos días que, por fortuna, permanecen disponibles en nuestros calendarios, con una serie de rituales que, muchas veces, por estar cargados de un afán narrativo-visual, hacen correr el riesgo de perder el centro que es Cristo por privilegiar lo accidental y por favorecer lo externo desconectando todo del Misterio Pascual mismo que es Jesús en su Pasión y en su Gloria.
Ha querido la Conferencia Episcopal de Colombia proponernos como línea de acción para este año una palabra que escucharemos justo al comienzo de la gran preparación para la Pascua que es la Cuaresma: “dejémonos reconciliar por Dios”, que está tomada de 2 Corintios 5, 20.
El tener una línea de acción es importantísimo en la preparación adecuada de estos días de gracia porque nos ubica en la línea de la predicación, nos favorece para que la Cuaresma esté iluminada por la voz del Señor que nos invita a propiciar desde la fe el encuentro de hermanos que se descubren hijos de Dios que están llamados a mirar en la misma dirección: mirar hacia el que nos ha salvado con su sacrificio pascual para que sea él el que garantice una vida fraterna y una experiencia de comunión que da vida y sostiene en la esperanza.
Por ello, si se trata de preparar la Celebración de la Pascua del Señor, obviamente hemos de pensar también en una cuaresma vivida en su plenitud Bautismal y Pascual. Los Domingos de Cuaresma no sólo tienen la riqueza celebrativa de los textos celebrativos, entre los que descuellan los prefacios propios, sino que nos permitirán hacer que la Noche Pascual sea la fiesta de una Iglesia palabra, que se alimenta con el pan fraterno que se empezó a partir en la Cena y que finalmente se vuelve Pan de Vida y presencia del Resucitado que llenó de gozo a los peregrinos de Emaús con la evidencia de su victoria sobre la muerte.
Para que nuestra preparación sea también didáctica, recomendamos desde el primer momento una lectura detenida, serena,
piadosa incluso, de las maravillas litúrgicas que se contienen en cada sílaba del Misal Romano para estos días.
Pero conviene también que, en lo práctico, aprovechemos unas normas que desde hace mucho tiempo se han venido ofreciendo, que están acompañadas por unas recomendaciones que son fruto de la asimilación de los logros celebrados y del aprovechamiento de lo que no ha favorecido la celebración para evitar repetir errores y reincidir en lo que no ayuda, no forma y finalmente no celebra la fe. | spa |